lunes, 8 de octubre de 2012

La inmortalidad está en la hibernación de los moluscos.

Los despiertos permanecen en un mundo común, y los que duermen se encuentran en un mundo propio, creado por uno mismo pincelada a pincelada. Cuando estamos despiertos, nos guiamos por lo pronosticado, por una mímesis basada en otros humanos, internos en la vigilia. Una interminable cadena de previsibilidad. Pero cuando el humano se sume en el sueño, entonces el mundo cambia. Se desliga de las ataduras de lo común, de lo vulgar, y entonces renace el ser como caótico y anárquico, alejado de convencionalismos, de valores y normas establecidos por los insomnes. Muta en un animal libre y único, libre en esencia y libre en el sentido más puro del término.
El animal brillante, que cuando se sume en el más profundo de los letargos, despierta en su genialidad más pura. Cuando se desintoxica de los contaminantes del despertar; nace el animal humano libre en esencia e inmoralmente inmortal.

Como decía Salvador Dalí: "La inmortalidad está en la hibernación de los moluscos".

martes, 24 de julio de 2012

El hada verde.

En el taller del escapista, hay un hada verde. Se posa nostálgica sobre una vieja mesa de ébano y sostiene una fina cuchara de plata. Su mirada es rabiosa, con esos tintes de inocencia emputecida que guardan los dolores que se guardan dentro, que sólo ella sabe mantener en secreto. Cuando el escapista llega de su función se enreda con ella, le habla, le insulta, la golpea, le acaricia el pelo. El pelo. Que guarda celoso ligeros efluvios de hinojo y anís. Y se recrea en los ojos verdes de la puta sin poder ver nada, un doloroso vacío... el verde vacío. Y al lamer su piel el sabor de las hojas de enebro y el regaliz se aferran a su lengua, mezclados con el ajenjo y una amarga frustración. Esa sensación de saborear los olores, de guardarlos en la garganta lo ataca, lo angustia. La necesidad lo angustia. La lengua de azúcar lo asusta y desespera. Y el dolor lo devora. Cae de espaldas en el suelo, aturdido y sudoroso porque le pareció ver momentáneamente, en los ojos vácuos de su verde compañera, en el resplandor de la plata; su propio rostro desencajado.
El escapista, experto en desvanecerse en una nada, se recrea corpóreamente en el sopor mientras viaja con su hada, agarrándola de los cabellos, maltratándola y amándola como nunca amará a nadie.


jueves, 14 de junio de 2012

La pena.

La humanidad somos el fruto maduro que nadie recoge, y que termina pereciendo bajo la sombra de un árbol alto, imponente...inalcanzable. Somos la única semilla de la naturaleza que se pudre directamente antes de mostrar el efímero momento de plenitud que muestran las rosas antes de que los hielos devoren sus pétalos con la voracidad de una fiera hambrienta. Y por mi cabeza ronda el monólogo de Segismundo en aquella obra... cuántos seres gozan de una libertad imperecedera...y nosotros...nosotros nos atamos con cadenas y cuerdas, y nos hundimos, motu proprio; en mares de depresiones e ignorancia, que embotan nuestros sentidos e inhiben nuestra capacidad crítica, sedan nuestros sueños haciendo que despertemos desorientados como reos de posguerra. Nacemos tontos, estultos y morimos con la sensación de conocer la nada. Esa sensación amarga, como la de un niño que se siente ignorado por su padre... El sentimiento de abandono y muerte personal, que se enreda con una tristeza abstracta y la euforia infame de la impotencia y la frustración. De forma patética me asimilo a un Dorian Gray, emputecido y con ese pánico al tiempo que absorbe cada gramo de mi vida...Encontraré también mi óleo en una vieja habitación a oscuras y entonces, espantado mi psique se desvanecerá en un grito ahogado. Grito ahogado. Munch. Soy el Cronos rencoroso y cruel de una realidad absurda y relativista. Ya nadie conoce al ser humano como "el animal metafísico", y al igual que nuestros antiguos compañeros de mito...estamos encerrados en La caverna, destinados a una ceguera perpetua y a la esclavitud eterna, monstruos a los cuales nos arrojamos para resguardarnos de la verdad, porque la luz de lo real y ontológico nos daña. Preferimos destruírnos, a vivir como humanos reales...

Y bajo unas escaleras de caracol, entre relojes mojados y colores estridentes estoy mejor...
Abajo, abajo...más abajo de lo que cava el subconsciente, la mente en un atardecer anaranjado como el lomo de un tigre... Y en las rayas negras, sensación de lo onírico.
Esa horrible sensación, entre horrible metafísica y calmante fantasía... esa aterradora sensación de ser el Ser, Siendo y Fue, que sólo calma el vivir siendo vivido, el pronombre.

Detestable Dorian Gray imperfecto, enemigo de la humanidad...y más aun de sí mismo.

lunes, 7 de mayo de 2012

MOTHER.

Un sonido incomprensible de infante. Todo sería realmente comprensible a la vez. Dejaríamos de clavar nuestras cabezas contra aristas de piedra en una pared de frustraciones. La vida que vivimos en un dada eterno. Hay que romper. Papeles, recuerdos, plumas, tinteros, carne y hueso. Debe de arder todo y quebrarse antes de que nos rompan a nosotros mismos. Si todo fuera un balbuceo con sentido, un puzzle en la cabeza, metafísica pura dentro de la boca, peleando con mil lenguas bífidas...Si fuera ello, seríamos amantes de nuestro ego... Soy yo. Soy completamente anti-yo. Y me deshago resbalando por entre las agujas de un reloj de bolsillo, casándome con la podredumbre que vomito. Polvo, polvo, polvo y lenguas. Mi cuerpo del revés y la sangre a cuentagotas, sobre el suelo. El suelo de las nubes. El suelo del helminto y de los corazones calientes...Y acabamos muriendo en un éxtasis horizonal, con los ojos en blanco mientras la lengua de una mariposa copula con la mente y planta opio y calma en nuestras pesadillas. Moth. Moth. Madre estéril y parricida, que amamanta a su cría con amarga sangre del desencanto del inocente. Entonces es cuando abrimos los ojos; todo pupila, entonces todo es veraz, entonces sabes que todo es sueño a pesar de estar despierto. Que no hay ángeles ni arcángeles que guarden puertas o nos cuiden de las pesadillas de ojos brillantes que se ocultan en nuestro reverso. Nosotros somos pesadillas. Pesadillas de largas patas y dientes, para correr rápido y desgarrar violentamente el útero en el que nos resguardamos. Y el útero cruel nos escupe al frío, odia y revienta y entonces nacemos una vez más, bastardos de la nada. Y sólo hay un sólo momento real en el que somos ponzoña pura adictiva y somos un yo concéntrico, dando vueltas sobre sí mismo...Y somos droga...una línea horizonal... metafísica pura y veraz. Horror en un alma cerrada. Y somos... y somos... y somos el polvo de la nada. Una idea incomprensible. Concupisciencia corpórea. De nuevo; debemos romper con todo antes de que el todo Saturno nos devore, como hijos bastardos de un útero de la nada...

jueves, 15 de marzo de 2012

El beso en vena.

...Cuando te tengo delante no puedo pensar. A veces me pregunto por qué juegas así conmigo.¿Por qué coño eres tan perra? Haces conmigo lo que quieres cuando besas mis venas, provocas incendios dentro de mi cuerpo y aturdes mi cabeza en seductoras espirales de alucinaciones. Quieta en el suelo...ya no sé ni si estoy boca arriba o de espaldas. Desorientado arqueo mi espalda sin espalda que arañar... Lou Reed canta muy al fondo de mi cabeza...

Because a mainer to my vein
Leads to a center in my head
and then I'm better off than dead...

...And I guess I just don't know
And I guess I just don't know...

Onanismo mental.
Con la mano derecha me toco la cara sintiendo la nada...Boca abierta y párpado caído. Y aquí me tienes;literalmente arrastrándome por tí. Eres una puta. Lo sabes. Y yo te necesito. EL corazón late tan lento. Y mi respiración se ralentiza, empezando a pasar desapercibida. Siento las intensas palpitaciones en mi cabeza... Creo que he vomitado por algún lugar de la habitación.¿Por qué me dejas así? Primero me elevas alto y alto...para luego dejarme tirada, haciendo que me olvide hasta de mi nombre. Y aún así eres preciosa. Hasta en tu forma de engañar...De matar lentamente.
Yo sigo aquí...Algo se está pudriendo, y aún no logro ver el qué. En realidad no puedo ver nada de lo que tengo delante. Un techo manchado de humedad y vergüenza, con un halógeno colgando de forma penosa.
Me prometes que eres distinta,que no me abandonarás nunca; y cada vez que vienes a mí mis músculos se tensan, y me muerdo el labio; casi alcanzando el clímax...Creces perfecta dentro de mis vasos sanguíneos, asomando tu esencia por mis pupilas...Convirtiéndote en una jodida obsesión. Hasta que me doy cuenta de que yo ya no soy yo; tras haberte dejado entrar...dejo escapar una ahogada exhalación de mi garganta...Mejor que un puto orgasmo...Hazme perder el control.

Uno...dos...tres... segundos es lo que tardaré en evadirme de todo. PEro después...nunca más. Lo juro.

...Nunca más hasta la próxima vez...

domingo, 5 de febrero de 2012

A nadie.

Los relojes mojados acabaron con la persistencia de mi memoria. Y aquel enorme insecto que vivía en mi cabeza devoró todo mi tiempo;masturbador de recuerdos.
_ ¿No te da vergüenza?- Le pregunté indignada a un holograma que me saludaba dentro de un espejo..._ ¿No te da vergüenza dejarme aquí sola?
Él no contestó, porque...era un holograma...Garabato inexistente que se cuela en mi cabeza, y escapa por los ojos...Un grito, el grito, con las manos sobre las sienes y el rostro deformado. El puerto...Gente a lo lejos que oye pero no escucha. Presión en pecho y garganta follando con un atardecer naranja. Me miraste otra vez...una y otra vez. Me robaste mi noche estrellada, ya no tendré más espirales de locura amarilla en el cielo nocturno. Por eso me encerré en mi habitación en Arlés. Enorme,pero exageradamente reducida y claustrofóbica. Demasiado angustiosa.Saturno se come mis nervios. TEnebrismo en los días y pinceladas de luz en horas de lágrimas cuando cierro los ojos. Una oreja...Él no estaba loco...PEro la gente nunca comprendió, tan ciegos, tan mudos. El insecto es mariposa, y con su fina y larga boca besa las palabras de una boca muda que repite una y otra vez lo mismo.Y muerde cuellos, y arranca ropas. Éxtasis y gritos. El primer plano de unos labios mordiéndose y una mano cerrándose en una pupila cerrada. Venas en el cuello. Arañazo en la espalda...Y otra vez el insecto que chupa de forma angustiosa la vida de la nada...
Mariposa.
Lengua y alas.

sábado, 28 de enero de 2012

Cabaret.

Mujer por la cual Fausto habría vendido su alma una y otra vez. Me sentía desfallecer cada vez que la veía sobre un escenario, como un espectro maravilloso; con piel de mármol y seda...Envidia de las huríes de Oriente...Mujer que con belleza devastadora; heteróclita, hacía temblar los cimientos más firmes de mi voluntad. Mujer, mujer...Te busqué en callejones y salones de opio...Te busqué en las zonas más altas y más bajas de mi ser. Y te encuentro, rodeada de ratas e inmundicia...En este sucio cabaret de tercera. Regalas notas de tu dulce garganta de fénix a estos restos de la noche, que la ciudad en ruinas da a luz a las tantas de la madrugada...Limpias con tu mirada etérea las conciencias de los bajos principios que te rodean y te miran expectantes, como perros mirando a su dueño, olvidando lentamente a la concupiscencia corrupta que sus cuerpos de animales demandaban. Mujer, si supieras, cada vez que me miras desde tu altar de grotescos decorados, cómo se me parte el alma..."Que no te pese la tierra mujer mía, cuando llegue la hora en la que mueran las rosas pálidas de tu rostro, y la muerte bese tu curvada y perfectamente alzada frente de esfinge"...Pienso mientras enciendo el último cigarro y apuro la última copa de la noche. Mañana...Mañana volveré, a deshacer mi vida en un cenicero, entre copas de absenta y tu mirada limpia; Mujer...

martes, 24 de enero de 2012

El Gran Escapista.

Hace un tiempo, cuando aún no habíamos nacido ni tú ni yo existió un gran ilusionista. Un hombre que podía colocar durante largos minutos las estrellas o incluso la misma luna en las manos de cualquiera. Un hombre que podía aparecer y desaparecer según le viniera en gana, en un momento, en cualquier lugar. Un hombre que dormía en sarcófagos y respiraba maniatado bajo el agua, que jugaba con el fuego en las palmas de sus manos. El hombre mágico lo llamaban. Ningún desafío se alzaba demasiado tiempo para él, ningún nudo o cadena estaban lo bastante asegurados para sus manos, y tantas veces burló a la muerte, que se olvidó de su condición terrenal de humano; de hombre. Suscitó envidias de muchos otros magos de la época y guardó siempre celosamente todos sus secretos. Sucedió que un día, la muerte; celosa de los misterios que el escapista guardaba lo visitó durante una de sus actuaciones. Observó como la ayudante del muchacho le colocaba una camisa de fuerza y le ataba los pies asegurando el nudo con un pesado candado. El mago estaba dispuesto a introducirse en un tanque de agua de forma oblonga, boca abajo. Su objetivo: Librarse de sus ataduras en cuestión de segundos y salvar la vida de una defunción acuática. La muerte contempló como el joven se revolvía entre las aguas, ante la mirada de un público estupefacto. Entre las muñecas del escapista una llave atada que lo salvaría y lo devolvería al exterior triunfante. Para ella hubiera sido fácil arrebatarle la llave y hacerlo perecer en ese momento, en su eterna tumba acuática. Pero la muerte siempre ha pecado de ser muy curiosa...de manera que permaneció atenta al espectáculo. El joven resultó airoso ante un público que estalló en ovaciones. Mostró sobre el escenario una brillante sonrisa de triunfo, con el orgullo y la petulancia que sólo un cuerpo joven puede mostrar con tanto descaro.
Aquella misma noche, el ilusionista celebraba su triunfo en uno de los más eminentes salones de opio de la ciudad. Tumbado en un diván, cegado por el efecto de la droga y ebrio por los licores del triunfo, se jactó repetitivamente de ser más listo que la propia muerte y de que esta nunca lo atraparía. La parca, furiosa y sintiéndose humillada se le presentó en aquel mismo lugar. Este creyéndola una visión entrecerró los ojos y sonrió:
- Qué tarde llegas amiga mía, siempre tarde...Tarde...Eres lenta...te has vuelto lenta y vieja amiga mía... vieja compañera...
La muerte impasible le tendió un grueso objeto. Se trataba de una caja. Candado de plata con incrustaciones y gravados. Madera de roble, oscura y brillante y de tamaño considerable.
-Debes abrirla, penetrar en el secreto de esta caja. La llave... Tendrás que construírla tú mismo. Una vez lo hagas, yo te otorgaré la inmortalidad y nunca envejecerás. Serás una leyenda, serás más que la propia muerte; tú que has nacido del polvo y de los gusanos de tus progenitores, tú que huyes de mí como un niño asustado, tú que juegas conmigo creyéndome tu mascota. _ La muerte tendió la mano al ilusionista beodo_ Pero si no lo haces... Me llevaré tu alma lejos de este mundo y nunca más volverás a oir el dulce canto de la vida en tus oídos. No habrá luz para tus ojos ni terciopelo para tu tacto. No habrá historias, ni mujeres, ni recuerdos para el Gran Escapista. Serás de nuevo polvo y cenizas en el aire. Y la gente te recordará como aquel que quiso ser quien no pudo.
Semejante desafío mordió con fuerza el orgullo del artista, de modo que estrechó con fuerza la mano de la muerte, al mismo tiempo que esta se deshacía en el aire dejando un rastro de polvo. En sus oídos resonó la voz del acongojante ser "Tienes una semana. Aprovéchala muchacho...La mente es la llave que libera...", y el joven miró fijamente la robusta caja que la parca le había cedido. ¿Qué habría dentro?¿Qué habría querido decir con sus últimas palabras? Estaba demasiado drogado como para pensar. Recogió sus pertenencias junto con la caja y volvió a casa tambaleándose. A la mañana siguiente se enfrentó cara a cara con la caja. Era un objeto bello, decorado con adornos arabescos. Observó el candado y la cerradura...Debía de ser un ejemplar muy extraño ya que no recordaba haber visto nunca algo similar, ni llave que coincidiera con cerraduras así. Buscó por cada rincón de su taller, estudió las múltiples formas de abrir una cerradura de varias vueltas que había visto durante toda su carrera, se perdió por los callejones más infectos de la ciudad buscando nuevos materiales y llaves maestras que pudieran ayudarlo...pero de nada sirvieron los esfuerzos del ilusionista. Al segundo día la angustia comenzó a apoderarse de él, ya que había probado a abrir la dichosa caja con todo su arsenal de materiales, y hasta ese momento ningún candado o cerradura se había resistido a las brillantes manos del artista. ¿Lo habría engañado la muerte?¿Con qué clase de mecanismo se abriría esa maldita caja del diablo? Eso era...Una invención del diablo. El diablo lo había engañado porque le tenía envidia, eso seguro... Golpeó la caja violentamente hasta que su mano comenzó a sangrar. Y esa muerte... La muerte era una sucia ramera. El insomnio se apoderó del protagonista y su cabeza era devorada por pensamientos angustiosos y planteamientos absurdos, divagaciones sin sentido que desembocaban en el mismo punto: La caja. Aquella caja que lo estaba volviendo loco. Y así pasaron dos o tres días más. Y la locura se apoderaba de él, volviéndolo cruel, amargado y esquivo. Ya no se relacionaba con el resto, la hipocresía de la sociedad comenzaba a olerle a podrido. Ya no regentaba los salones de opio ni los clubes en donde los hombres bebían whisky y jugaban. La gente comenzaba a comentar sus propias hipótesis acerca de la locura del gran artista. Otros simplemente lo achacaban a su excentricidad. Él; por otro lado, empeoraba a medida que las horas pasaban, aterrado por el recuerdo de la muerte. Intentaba indagar acerca de nuevas formas que lo ayudaran a abrir la caja, pero todo era inútil. A veces su desesperación estallaba en nerviosas carcajadas y otras en explosiones de furia y gritos. Lo peor... lo peor era que la gran muralla construída de orgullo y grandeza que lo rodeaba se estaba derrumbando, dando lugar al caos y a la desesperación. En un arranque de ira, arrojó la caja al fuego, pero... ¡Ah, pobre infeliz!, lejos de quemarse y reducirse a cenizas, la caja estaba fría como el mármol. Su comportamiento comenzó a causar terror entre sus más allegados, y poco a poco se aisló del mundo. Ya no dormía, pasaba las noches fumando y mirando al vacío, rasgando las orejeras de madera de su aterciopelado sillón con las uñas hasta rompérselas, haciéndose sangre. La caja se convirtió en su obsesión y en su maldición. Para un escapista de su calibre, era deshonroso que no pudiera abrir el maldito candado. La mediocridad llamaba a la puerta de su mente, y comenzó a perder los papeles. Estrelló su copa de coñac contra la cornisa que coronaba la chimenea y se derrumbó en el suelo, arañando la madera de nuevo y gritando improperios. Su mirada desesperada cayó sobre la odiada caja, de la cual su vida dependía... Pero si no era capaz de entender su funcionamiento y abrirla...Si no era capaz de encontrar la endiablada llave... ¿Cómo podría vivir con ese desafío pendiente toda su vida? Sería una vida de mediocridad...Y ya no sería el Gran Escapista. Miró su reloj de cuerda con lágrimas en los ojos. Última noche...últimas horas. Su talento estaba muriendo. Y no permitiría que ello ocurriese... Con la serenidad de un demente recogió unas brasas de la chimenea y las depositó sobre la alfombra y el antiguo escritorio. Estas pronto se convirtieron en llamas que el artista alimentó con los licores que guardaba en el mueble bar de la estancia. Entre llamas y humo, el Gran Ilusionista cogió la caja y se sentó con ella en el mullido sillón en el que tantas veces había reposado su cansado cuerpo después de cada función. En silencio, en medio del crepitar de las llamas lloró amargamente. No por el miedo a morir. Si no por su propia derrota. Recordó cada momento de su vida, los primeros sabores del triunfo...las pasiones humanas...el dolor y el abandono...Quizás por este motivo era mejor "escapar"... Siempre había sido demasiado fácil huír de cadenas y cuerdas que de los estigmas que el dolor deja en nuestra piel, en nuestras vidas. Siempre había sido fácil ilusionar y hacer aparecer cosas bellas en las manos de la gente...Porque en las suyas todo se convertía en cenizas. Todo moría. Por ello prefería enamorarse de sus ilusiones y escapar de sus propias trampas y trucos. Era más fácil...Y entonces comprendió el por qué de su derrota. Y se odió a sí mismo mientras susurraba: "La mente es la llave que libera..." Con decepción cerró los ojos al escuchar el suave clic que hizo el candado de la caja al desbloquearse. Escuchó su sentencia de muerte en un simple clic... Sólo derramó una sola lágrima más...Y entonces el humo adormeció a nuestro artista como una madre dulce que abraza a su hijo ahogando sus llantos, calmando su dolor.
La muerte frustrada y enfurecida por no haberse cobrado aquella alma, cumplió su parte del trato...Ya que, aunque tarde...El ilusionista había abierto la caja con su propia llave. Así que recogió las cenizas de su compañero de juegos y las metió en la preciosa caja, admirando el genio de su contrincante.
...Y de nuevo; como buen profesional, el ilusionista se introdujo en su caja mágica, entre cuerdas y candados...En su caja de Pandora... En la caja del Gran Escapista.